Pienso en los días que faltan para cumplir un año más y aunque estoy contento por las sensaciones que se suceden en las semanas previas al festejo, hay un detalle al que no daba importancia. Desde hace unos años cada vez que se acerca la fecha, un sudor frío recorre mi cuerpo y se me ponen los nervios en el estómago. El motivo de esta desazón tiene que ver con el encuentro ese día (mi aniversario) con los conocidos, compañeros de trabajo y clientes pues hay que invitarles.
“Buenos días¿Hoy es tu cumpleaños no?……” “Hombre Xavi, ¿qué tal estás? Me han dicho tus compañeros que hoy cumples años. Felicidades!! Y así todo el santo día. Imagínense que me lo dicen 50 personas…..una simple multiplicación y el resultado de tal desaguisado cae por su propio peso. Eso es sólo el principio del día porque claro, como es costumbre llega la hora de comer y algún graciosillo, que los hay comenta: “Oye Xavi, ¿hoy te pagarás un vermut no? Como es tu cumpleaños podríamos celebrarlo en el bar de la esquina antes de ir a casa”….Y claro el pringao de turno a pagar el gasto!!
Los argentinos en eso, son más prácticos que nosotros. Veneran al que cumple años y lo miman de verdad. Tanto es así que van a comer o a cenar y le pagan la comida entre todos al homenajeado. Para mí que esta costumbre nació en alguna crisis de ese país. Seguramente debían hacerlo como nosotros, pero cuando Hernán (el cumpleañero) les dijo a sus amigos: “Chicos hoy no habrá asadito para celebrar mi cumple, lo siento pero no tengo guita” Entonces sus amigos le dijeron al unísono: “No te preocupés lo pagamos entre todos”. Eran 6 pero dividieron la nota entre 5 y Hernán no pagó. Aquí deberíamos tomar ejemplo y así nadie escurriría el bulto como ahora, en que para evitar el convite nos pedimos vacaciones el día señalado. Es que en lugar de ser una fecha especial en que recibimos regalos y nos tratan como a reyes, nos dan el gran sablazo.
Artículo publicado en la Revista Digital eye2 magazine