Pasos acelerados cruzando a uno y otro lado invadiendo el carril contrario, frenazos bruscos con cambio de dirección para evitar la colisión frontal, carreras entre tres sorteando a los lentos para llegar el primero al semáforo y tomar la mejor posición. Pareciera una competición automovilística pero no, se trata de un lunes cualquiera caminando en dirección al trabajo. Así sucede día tras día sin que la mayoría nos demos cuenta que es posible bajar un cambio, hasta dos o tres.
Es la vorágine de esta época que nos toca vivir en que el tiempo es oro y todo lo queremos para ayer. Nos molesta tener que hacer cola en las cajas del supermercado, en la oficina bancaria y en la estación de cercanías y nos hemos acostumbrado tanto al sírvase usted mismo y pague con su tarjeta, que cualquier contacto desconocido con seres de nuestra propia especie, nos produce un sudor frío interno y una sensación de incomodidad.
Os sugiero una prueba. Sé que va a ser difícil máxime cuando debéis fichar en ¿cinco? ¿Diez? ¿Quince minutos? Pero entenderéis enseguida lo que os propongo: Cuando veáis al señor a vuestra izquierda que os pasa por delante y se cruza a vuestra derecha como un Fernando Alonso cualquiera, aguantaros y no le gritéis improperios. Respirad hondo, contad inversamente desde 10 hasta 1 y aminorad la marcha. Veréis que os pasa una mujer que girará su cabeza y os lanzará una mirada retadora, pero no os perturbéis. Seguid a vuestro ritmo más lento y notaréis la rapidez de los demás y una sensación de paz emanará empezando a invadir vuestro cuerpo. Si os surge la necesidad de gritar al chico de la camiseta azul turquesa que por poco os pisa el pie derecho, volved a respirar hondo pero esta vez contad desde 100 hasta 1 ya que el resultado es más efectivo.
Yo lo estoy practicando en los últimos meses y he conseguido salir indemne del intento. He mejorado mi calidad de vida, llego al trabajo tarde pero relajado y he recuperado el placer de la vida contemplativa. Me fijo en los pájaros que se posan en las ramas de los árboles y miro al cielo para adivinar si lloverá en las próximas horas.
Estoy acabando un manual teórico y en dos semanas empiezo a dar clases prácticas a varios alumnos que ya se han inscrito.
Artículo publicado en la Revista Digital eye2 magazine