Día ventoso de marzo que nos trae nubes y nos quita una hora. Pero a su vez deja en el corazón una huella indeleble. La vida se encarga de marcar el camino a seguir cuando perdemos el rumbo o se nos nubla el entendimiento. A veces son pequeñas señales, otras la palabra clara y concisa y a menudo meras coincidencias que interpretamos según un código no escrito. Aferrarnos a la ilusión de una quimera produce el mismo efecto que el viento en un trozo de papel, que vuela de un lado a otro. Pero la primavera también tiene esa rara habilidad de cambiar nuestro estado de ánimo: Un atisbo de luz y nuestro pensamiento consigue serenarse. Con el alba formulé un deseo y la noche me lo regaló.