Puerto Chico
Él estaba situado en la calle más angosta en la parte de atrás, entre el quinto y sexto almacén orientado hacia el pueblo y le pareció oír como un chirrido de puerta que provenía de su derecha. Giró ciento ochenta grados volviendo sus pasos para salir al extremo de la calle y asomarse discretamente a su izquierda, viendo una de las dos puertas del almacén ocho ligeramente abierta. Si se movía de su posición podrían descubrirle y prefirió quedarse quieto. Se armó de valor, contuvo la respiración y decidió avanzar agazapado, arrimado a la fachada hasta la puerta entreabierta. Sabía que la abertura hacia adentro le protegía de momento mientras quedara así y que podría ver a través de la rendija entre el marco y la hoja si había suficiente luz. Sólo faltaban unos metros más. Contuvo otra vez la respiración, más por inercia que por convicción. Quedó paralizado ante la visión que de pronto apareció ante sus ojos cuando los entornó para mirar entre la rendija
Puerto chico: MI NUEVA NOVELA
Corría el mes de agosto de 1980. Yo tenía entonces veintiuno. En el pequeño puerto se realizó un cambio de guardia. El Teniente Lemos que era el oficial aquella noche, acudió a mi litera y me dijo:
Puerto Chico
Emprender
Lo he meditado durante casi un mes. Concretamente desde el día de mi cumpleaños. Es un año de cambios vitales para todos, que me han dado la suficiente motivación para realizarlo: Voy a emprender.
Estoy muy ilusionado. Dicen que cuando te levantas por las mañanas con este deseo que tengo de proseguir mis tareas del día anterior, es la señal de empezar. Así me siento hoy.
Sé que este periplo es como un viaje. Para mí ahora lleno de sorpresas y descubrimientos. Habrá momentos de lluvia y tormentas, pero también habrá instantes de satisfacciones y alegrías.
Ahora está saliendo el sol detrás de una nube así que como dicen en Argentina: Siempre que llovió paró.
Voy a empezar. Os iré contando.