Puerto Chico
Él estaba situado en la calle más angosta en la parte de atrás, entre el quinto y sexto almacén orientado hacia el pueblo y le pareció oír como un chirrido de puerta que provenía de su derecha. Giró ciento ochenta grados volviendo sus pasos para salir al extremo de la calle y asomarse discretamente a su izquierda, viendo una de las dos puertas del almacén ocho ligeramente abierta. Si se movía de su posición podrían descubrirle y prefirió quedarse quieto. Se armó de valor, contuvo la respiración y decidió avanzar agazapado, arrimado a la fachada hasta la puerta entreabierta. Sabía que la abertura hacia adentro le protegía de momento mientras quedara así y que podría ver a través de la rendija entre el marco y la hoja si había suficiente luz. Sólo faltaban unos metros más. Contuvo otra vez la respiración, más por inercia que por convicción. Quedó paralizado ante la visión que de pronto apareció ante sus ojos cuando los entornó para mirar entre la rendija
