En 1994 empecé mi andadura en Internet. La World Wide Web me atrajo sobremanera, cuando mi hermano me mostraba el primer navegador Netscape Navigator y las posibilidades de salto entre hipervínculos que llevaban de una palabra a otra. Era un mundo nuevo y fascinante que daba la sensación de estar navegando sin un rumbo fijo hacia lo desconocido, para ampliar el conocimiento. No pasó ni un mes y me di de alta en un ISP (proveedor de acceso) llamado futurnet. Me facilitaron un disquette de configuración con programas y el famoso navegador. Se abrió para mi una nueva etapa en mi vida. No negaré que dentro de este nuevo mundo haya habido experiencias desagradables, pero sólo recuerdo mis tardes y noches conectado indagando y experimentando con real audio, streaming y la mejor experiencia para mi: el download. ¿Como podía ser que desde España uno pudiera conseguir un archivo que estaba alojado en una web de los Estados Unidos?…. Era magia y lo tenía en mi ordenador. Lo mejor de todo es que nadie me impedía mirar todo lo que quisiera. Entrar en páginas con un diseño moderno que me hizo practicar inglés hasta el punto que conseguí entender todo con el contexto de la frase.
Eramos muy pocos aún los que mediante un módem de 14.400 o 28.800 baudios podíamos conectarnos, ya que se trataba de una novedad y con un coste fijo del proveedor y de las llamadas telefónicas, que hacía que la factura mensual se viera incrementada.
Guardo aún el recuerdo de aquel primer chat en IRC y el primer mail que envié. La sensación que primaba en aquellos días entre los que nos conectábamos era la de libertad y espíritu de compañerismo y ayuda. La corrección «netiquette» entre los internautas era una pauta de conducta.
Los tiempos han cambiado y se han producido grandes logros en el mundo digital, hasta el punto de que el acceso a la red es universal y masivo. Hoy en día las velocidades medias del download se han multiplicado por 1000, siendo el coste de conexión medio el mismo que teníamos en 1994, en cuanto a importe sin tener en cuenta la inflación. Vaya que pagábamos a precio de oro la novedad.
Internauta es ya un concepto anticuado pues la mayoría de nosotros tenemos el hábito de usar la web a diario como complemento de nuestras actividades y comunicándonos a través de los medios digitales. Estoy de acuerdo con Millan Berzosa en este concepto que el define como «atapuérquico», sin embargo lo que muchos queremos decir cuando hablamos de Internauta tiene que ver con el preámbulo de mi exposición, en que hablo de reglas autoimpuestas para respetar la libertad del semejante.
Una de las premisas sobre las que descansaba el espíritu del internauta era la libertad. Tanto para navegar por las páginas, como para descargar archivos y software. Algunos de los programas eran de pago y pagábamos con gusto porque no eran caros y porque el servicio que nos daban, compensaba el precio.
Ante la gran polémica generada por la nueva ley detrás de la cual está la SGAE porque probablemente quiere cobrarse a través de los Artistas representados, algunos favores electorales al actual gobierno de la nación, quisiera aportar mi pensamiento. Las obras que realizan los artistas, tanto música como libros forman parte de la cultura y se han venido distribuyendo a través de unos intermediarios del comercio, que en el caso de los libros son las Editoriales y en el de los Discos las Discográficas. El modelo de negocio que existía hace 15 años en que los Discos Compactos inundaban las tiendas, ha quedado obsoleto y hemos pasado a la distribución en la red gracias a la cual muchos más creadores pueden llegar a mercados que antes ni soñaban. Las Discográficas elegían a sus distribuídos según el gusto subjetivo de los productores, que diseñando una campaña de marketing, con el compadreo de las Radios situaban en el número 1 a cantantes y grupos algunas veces de dudosa calidad y con una duración mínima.
La ventaja que tienen ahora los creadores a través de la red, tiene que ver en primer lugar con la difusión de su obra. Va a llegar a mayor cantidad de público. Por otro que van a llegar muchos más que antes y los que lleguen serán mejores, al contar con el soporte de quien realmente los elige por su valía y no porque a un ejecutivo de empresa discográfica que tiene en mente sólo el negocio se le ha ocurrido que va a vender.
Esta es la gran paradoja que muchos no entienden aún. Sólo hay que echar un vistazo a la página web de uno de los grupos que he nombrado en un post reciente D’CALLAOS. Se podrá comprobar que ellos mismos cuelgan sus temas gratuítos para que los podamos escuchar y valorar. Si nos gustan probablemente acudiremos a sus conciertos y ellos podrán hacerse un nombre y pasar de salas pequeñas a un Estadio.
Algo está cambiando y quien no quiera verlo quedará postergado en sus despachos poniendo pleitos, llamando a la SGAE para que defienda sus intereses dudosos y reivindicando leyes para la red que reduzcan la libertad, creando comisiones del ministerio de cultura para cerrar webs dudosas.
Señores, léanse La Constitución
en el apartado que habla de la Libertad de Expresión y díganme que pueden cerrar Blogs y Webs alegremente, como si en este País se volviera a callar la opinión que no nos gusta.
De momento tendrán que aguantarse y somos muchos los que vamos a protestar.