Ante la próxima investidura como presidente de los Estados Unidos el próximo martes 20 y todos los actos que están previstos, tengo que confesar una dosis grande de optimismo. El único motivo para ir a New York desde el año 2001 era para aprovechar el bajo valor del billete verde. Realmente me atraía volver a pasear por las avenidas de Manhattan, pero en el fondo sentía un miedo interno a viajar hacia ese lugar. La era Bush ha puesto en el ánimo del resto del mundo una antipatía por los Estados Unidos, que nos condujeron al engaño cuando nos llevaron irremediablemente a la intervención en Irak. Podríamos decir que estos ocho años han sido los peores que recuerdo, en cuanto a la sensación de indefensión ante los actos terroristas externos.
Se abre una nueva oportunidad para los estados. El gesto de liberar a los primeros presos de Guantánamo antes de ejercer como presidente, ha sido un guiño a todos los que pensamos que el orden mundial va a cambiar positivamente.
El concierto que se celebrará en Washington esta noche, en donde actuará el cantante español Alejandro Sanz, es uno de los actos de bienvenida a esta nueva era.
Sería necesaria una rapidez en la toma de posesión, para agilizar las soluciones en los focos de conflicto existentes (Gaza, Irak, Afganistan) Ello contribuiría a que el miedo colectivo que se ha instaurado en nuestra sociedad en la última década, de paso al mundo mejor en paz que todos anhelamos.